What Is This Thing Called Lust

¿Qué es esa cosa llamada lujuria?

Cuando en Junio de 2017 supe de SA por una llamada, en respuesta a un email enviado 2 meses atrás, sabía que tenía un problema con mi comportamiento compulsivo y obsesivo y que, de forma diaria, necesitaba satisfacer como un autómata.

Programado para realizar búsquedas repetitivas, una y otra vez trataba de saciar el vacío existencial y promiscuo que mi doble vida de casado escondía de la familia.

Cuando en el libro Blanco pg. 205 se cita “Éramos adictos al coqueteo, a la provocación y a lo prohibido. La única forma que conocíamos de liberarnos de la tiranía del sexo consistía en hundirnos aún más en él” entendí por primera vez en la vida que mi comportamiento sexual con desconocidos que encontraba en lugares de cruising, o en parques y aseos públicos, o en sitios escondidos era la consumación de una previa fantasía sexual en la que la pornografía había encendido todo el deseo de realizar en vivo lo que la pantalla me mostraba.

Quería ser el director, actor principal, guionista y espectador de mi obra. Todo en uno.

Pero me estaba quedando solo y aislado en mi problema. “Nuestra conducta imposibilitaba la verdadera intimidad” Los encuentros casuales se habían venido produciendo desde muy temprana edad. A los 16 años, salía solo a pasear en bicicleta por caminos solitarios buscando en la lejanía cualquier indicio de que alguien fuera a pasar por ese lugar. Con celeridad apresuraba la marcha para hacerme el encontradizo en cualquier curva y en ese momento utilizar la mirada, las posturas y los movimientos de mi cuerpo para atraer la mirada de esa persona. Solo en pocas ocasiones, esa persona se volvió a mirarme y ese fue la señal de aceptación mutua.

Cuando empecé a trabajar los Pasos con mi padrino a los pocos meses de mi llegada a SA, comprendí que la lujuria es mucho más que mi deseo egocéntrico de posesión y disfrute sexual hacia las personas, los animales, los objetos, las fantasías, los fetiches. Transciende lo creado por un Poder Superior que ordenó en un momento inicial todo un Universo para facilitar mi llegada a este mundo. Mi mente portentosa disponía de una capacidad extrasensorial, capaz de generar una realidad alternativa a la existente. 

Ya no tenía que aceptar insultos, rechazos o abandonos emocionales de mis padres. Los demás niños pasarían a un segundo nivel, al levantar yo con mi super poder, un muro transparente donde les veía jugar, pero yo permanecía al margen de sus risas y bromas. Era capaz de congelar los sentimientos y emociones, que tanto daño me hacían para dejar de sufrir. Había encontrado una Solución, que absolutamente nadie podría conocer. 

Durante mi adolescencia y temprana juventud, ambas personalidades fueron paralelas pudiendo cambiar de acera a mi antojo y ser la criatura que yo mismo decidía para ese momento. Las máscaras y el engaño fueron grandes aliados para sobrevivir a tanto dolor.

Durante más de 30 años jugué a ser diferentes personajes que se integraban en las diversas realidades que ocurrían a mi alrededor. En el trabajo mostraba mi lado eficiente, asertivo, directivo, exigente y era altamente valorado. Con mis amigos, tenía fácilmente un comentario sarcástico para generar una sonrisa o un ataque despiadado a través de mis palabras hirientes.

Con mi novia, después prometida y luego esposa, fui capaz de satisfacer mi ego que ya no tenía límites a través de impostar un ser cariñoso, amable, atento, servicial e imaginativo, que encajaba a la perfección con las carencias que supuse ella adolecía. Todo se derrumbó una vez obtenida el trofeo esperado. Pero, aun así, continuamos juntos pensando que tener hijos nos salvaría “Nos engañábamos una y otra vez al pensar que la siguiente persona sería la que nos salvara, y mientras tanto, íbamos perdiendo nuestras vidas”.

Ahora que he alcanzado 7 años de sobriedad sexual y que cada día sigo aceptando ante Dios y ante la fraternidad que sigo siendo un sexólico, impotente ante la lujuria, compruebo que ahora SI tengo el poder que la sobriedad y la recuperación me aportan. La conciencia de mis actos, anulada por tantos años para evitar ser juzgado por Dios, ahora me avisa casi al instante cuando siento un deseo provocado por un detonante físico, emocional o espiritual en mi interior. Es cuestión de 1 segundo el darme cuenta de que el animal fiero quiere destrozarme y está enfrente de mí, atado por una férrea cadena y que trata de seducirme para que me acerque.

Según doy los pasos hacia esa línea invisible, la alergia de la sobriedad se activa y comienzo a perder la serenidad y confianza en Dios. Si continuo algunos pasos más, siento un cosquilleo interior y un susurro de lejanas sirenas que me trasportan al pasado. Estoy a punto de traspasar la línea y el monstruo se acerca con ganas de matarme.

Pero un signo, una llamada, un sutil detalle de alrededor avisa del sonido de emergencia. SOS. En ese momento la decisión de hacer una llamada o de salir del lugar donde me encuentro es vital. Me he salvado, pero siento la intoxicación en cada uno de los poros del cuerpo. Mi alma está exhausta y necesito conectar con la fuente de la Vida. Mi Poder Superior me acoge amoroso y lloro de alegría al recibir su abrazo protector.

La lujuria ha perdido esta batalla, pero no así la lucha. Vive dentro de mí como un okupa que no paga renta. Pero se ha instalado permanentemente porque un día, hace muchos años, abrí la puerta de mi corazón y acepté rendido su posesión.

Cuando leo ” La perspectiva que te ofrecemos SA pg. 212″ que comienza diciendo ” Nos damos cuenta de que sabemos solo un poco… acepto humildemente la gracia de Dios por haber sido rescatado del infierno donde vivía. Como me dijo un veterano, “averiguar no es una herramienta de programa”. Solo necesito fe, decisión, perseverancia y confianza en que el Programa de Sexólicos Anónimos funciona si plenamente lo practico.

Dios está haciendo por mí lo que yo no podía hacer por mí mismo.

Juan Carlos L, Madrid, Spain

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