R Is for Recovery

R de recuperación y recorrido

Antes de unirme a SA, realizaba actividades con un objetivo enmascarado: encontrar o ser encontrada por un "marido potencial". Me estremezco cuando pienso en estas locas motivaciones. Mientras hacía el cuarto paso, mi madrina me preguntó si aceptaría la vida si nunca me casaba. Fue una pregunta muy dura y me vi justificando mi sueño de casarme algún día. Sin embargo, ella me abrió los ojos para ver que podría vivir y disfrutar de la vida como mujer soltera. En SA aprendí a realizar actividades divertidas sin motivos enmascarados de lujuria.
A principios de este año me inscribí en un curso de motociclismo. Era el primer paso para cumplir un sueño de la infancia. Tras una semana de aprendizaje intensivo, empecé a mirar el escaparate para comprar una moto. No sabía lo que quería, así que me guié por mi presupuesto. Al cabo de dos semanas, compré una moto deportiva con un motor de 150 cc. Llamé a la moto “Julliard” en honor a una escuela de bailarinas porque, para llegar al suelo desde el sillín, tenía que inclinar los dedos de los pies. Los dos primeros meses con Julliard fueron aterradores. Me caí el primer día y estuve a punto de no volver a montar. Dos días después volví a intentarlo y me desanimó el peso de la moto. Me parecía demasiado pesada para moverla y una vez se me cayó encima. Sin embargo, estaba decidida a no rendirme y durante las siguientes semanas me esforcé por montar al menos 20 minutos al día. Me caí y se me cayó la moto tantas veces que desarrollé ansiedad.
Tras dos meses de intentos y fracasos, decidí abandonar. Pero un día, poco después, fui a montar en mi vieja bicicleta y me di cuenta de que la misma técnica que utilizaba para montar en bicicleta podía servir para conducir la moto. Tiendo a pensar que fue Dios quien me animó, porque ese mismo día tuve mi primer recorrido con éxito.
Ya han pasado más de seis meses desde aquel día y me alegro de no haberme rendido. Me he unido a una comunidad motera maravillosa y muy solidaria que, de otro modo, nunca habría conocido. He tenido la oportunidad de explorar diferentes partes de Kenia y conocer a gente increíble de diferentes orígenes. He participado en muchas causas e incluso he tenido la oportunidad de llevar el mensaje de SA a un motero que presiento que es uno de los nuestros.
Ser una mujer motera me ha dado una identidad con la que, mi adolescente de doce años, siempre había soñado. Estoy muy agradecida y considero esta agradable actividad como un maravilloso regalo de sobriedad.

Kawy, sexólica de Kenya

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