Un pastor adicto al sexo cambia su forma de entender a Dios
Fui católico, luego protestante... también pastor, misionero... y adicto al sexo. Así era yo en pocas palabras. Dios siempre fue una parte importante de mi vida. Adopté plenamente la devota práctica religiosa de mi madre y participé plenamente en la iglesia. Me encantaba que la gente me aceptara y me admirara. Ser "un buen chico" encajaba perfectamente con mi necesidad de reconocimiento. Cuanto más bien hacías, más respeto te ganabas. Adopté esa cultura de todo corazón.