Yo, el Agnóstico
Crecí en un hogar religioso. Mi padre era un ministro ordenado, y nuestra familia observaba muchas prácticas religiosas. Aunque mi padre predicaba la doctrina, no vivía los principios de la iglesia en casa, o al menos así lo experimenté yo. Mi consumo sexual comenzó a una edad muy temprana e incluía aislamiento, fantasía, secretos y ocultamiento—una verdadera doble vida.