No alimentar el hambre no me mató
Mi padrino solía decirme: “¿Por qué alimentar al lobo, dejémoslo morir de hambre”, refiriéndose a la lujuria que reside en mi cerebro. Al principio estuve parcialmente de acuerdo con él. Sin embargo, en el fondo creía que esta lujuria era parte integral de mi carácter, de lo que soy, aunque sabía que me estaba matando, matando mi alma. Luché con la idea de dejarlo morir de hambre.