Existe un Dios, y yo no soy Él
Cuando volví ayer a casa de una convención local de SA, me sentía razonablemente feliz, conectado y en paz, aunque no del todo. La presencia de un compañero perturbó mi serenidad hasta tal punto, que estuve luchando con la obsesión hacia él y su comportamiento a lo largo de todo el fin de semana. Es más, hace tres meses cuando escuché que se había registrado, ya sentí miedo y perturbación.